lunes, 23 de enero de 2012

El hombre heteronormativo y el discurso de la equidad de género













 A lo largo de varios años he notado cómo hablar de equidad de género en alguna reunión trae algunas incomodidades para ciertas personas (a menos claro que sea una reunión de gente interesada en el tema).

Es cierto que no son sólo hombres heterosexuales los que resultan más incomodos, he visto como muchas mujeres de línea heteronormativa también se incomodan, parece que se trata de un tema que preferentemente se agrega a la costumbre que tenemos en México (y no sé de cierto si se hace extensiva en otros países, supongo que si) de no tocar ciertos temas a la mesa (aunque no estemos en la mesa, simplemente en la reunión) como la política, la religión y el futbol.

No es un tema de interés para el varón heterosexual

El problema de que estos mensajes no sean del interés de los caballeros heterosexuales y peor aún, que se piense que estos deben ser únicamente agotados por las agendas de gobierno y por mera necesidad u obligación, es uno de los errores más significativos para el discurso, la promoción y la aplicación de la equidad de género. Y no es que estos sean excluidos del discurso, sino que se autoexcluyen precisamente porque les resultan aburridos.

Pero tal vez poco hemos sabido como hacer de su interés y hacerles llegar estos mensajes. Es poco probable que sea atractivo para ellos compartir y olvidarse del "control", "dominio", "poderío", que ejercen sobre "el mundo" y la mujer (sobre todo en la mujer). Debe ser poco atractivo para ellos pensar en que deben compartir responsabilidades y obligaciones de casa y de hij@s. No debe resultar nada atractivo no sólo competir con un interminable mercado de hombres, sino ahora también de mujeres revolucionadas, autosuficientes, y a veces hasta mejor preparadas profesionalmente.

Ser hombre heterosexual

La carga de ser hombre no se contempla mucho en el discurso de género. Y es que en ese caso se le debe pedir al hombre que se haga consciente de la paradoja de vida que está viviendo con estas manifestaciones y argumentos de la equidad de género.

Se le educa desde que conoce este mundo a sobresalir, competir, brillar, triunfar, ser único, admirado, a ser ágil, dinámico, público, seguro, fuerte, asertivo, a saberlo todo, a ser el mejor, a no mostrar debilidad, a no ser el centro de ninguna burla, a no expresar sus sentires y emociones, a ser responsable, a tener muchas obligaciones, a saber que en un futuro será el responsable de proveer a una familia, a no defraudar a ese mundo que lo espera allá afuera y que tanto espera de él.

El hombre heteronormativo y su circulo de poder

Uff! Muchas cosas más, pero el discurso de género raras veces menciona que esas son las características que más que funcionarle a él, a su familia, a esa sociedad que lo alienta, admira, reprueba o denigra, le funciona sobre todo a un grupo muy limitado de personas que realmente domina, que realmente ejerce control, que realmente tiene poderío, y que establece todo un sistema de creencias que apelan a la no crítica, reflexión, cuestionamiento, es decir a no desafiar dichas creencias y permanecer bajo ese status quo.

Ese sistema que hace creer que el varón heterosexual domina y ejerce control, pero el promedio y mayoría lo ejerce en ese pequeño espacio que se creo para compensarle y hacerle sentir bien (que es en su casa con su familia), un espacio para que no se sienta tan mal por no haber triunfado como se esperaba que lo hiciera allá afuera, en la empresa, en la industria, en el mercado, en el gobierno, en la política, en la ciencia, en ese lugar de allá afuera en el que en realidad no controla, no domina, no ejerce poder.

El ejercicio del poder del hombre en el espacio público

En ese lugar público, allá afuera, el varón heterosexual promedio,(incluido aquel que ejerce un puesto de mando o alto nivel pues su poder es limitado), se encuentra sujeto al control o deseos de alguien más, sigue instrucciones y es dirigido, y aquella idea de dominar, sobresalir, ejercer control, muy pocas veces coincide con la idea que se sembró en la primera infancia y en la adolescencia. Sin embargo, esa sujeción a ese ente poderoso y desconocido funciona a la perfección para agotar los fines de producción, de demanda, de consumo y de distribución de la riqueza; vitales para el "buen funcionamiento" del sistema.

Uno de los mensajes importantes que quiere hacer llegar el discurso y la teoría de la equidad de género al hombre heterosexual, es que él también ha sido sujeto de desventajas, el también tiene derechos arrebatados, derechos que no se promulgan en leyes pero que le constriño el reconocimiento cultural, limitaciones que no le permiten potenciar sus habilidades, sus vocaciones, sus sueños, sus expresiones, sus cualidades humanas.

¿Quién tiene el poder?

Esa barrera (sistema de creencias) es una invención humana, si, pero de ese ente humano desconocido y poderoso que convenientemente necesita y funciona a través del engranaje de la dicotomía de género, de la división sexual del trabajo, de los estereotipos de género, entre otras cosas; en el que el hombre, la mujer, en fin, sin etiquetas; el ser humano no se cuestiona nada, y sólo sigue las pautas marcadas por lo que es correcto, por lo que se etiquetó de "normal", "convencional", o "funcional".

El mensaje para ese hombre heterosexual, que tal vez cuestiona en su interior (y sólo en su interior porque así se le enseño) ese órden heteronormativo, sería más que nada cuestionarle si es que no está cansado de la presión, del estrés, de la inconformidad, impotencia, frustración, fracaso (el fracaso que el mismo sistema concluyó), que representa ser un "hombre", si no sería más fácil compartir todas estas enseñanzas, experiencias, presiones, ideas con otr@s human@s. ¿No sería más fácil encontrar el equilibrio entre "ser hombre" y "ser mujer" y que de ahí surgiera en realidad el ser humano que se puede ser?

Puede ser que no, mientras tanto pues, que siga este juego de dominio, de control y de poder, que no, no le pertenece al hombre o a la mujer. Quién sabe a quien.

MoLoCh

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